lunes, 29 de abril de 2013

Los cuentos de Carlos Fuentes, reunidos en un único volumen



La editorial mexicana Fondo de Cultura Económica (FCE) ha reunido todos los cuentos del escritor Carlos Fuentes en un único volumen, una obra que pretende alentar a la lectura de unos  “textos magistrales que no se conseguían fácilmente".

Como bien sabemos el mexicano Carlos Fuentes fallecido en 2012, es uno de los escritores más importantes de las letras hispanas de las últimas décadas.

"Para muchos lectores ahí está el mejor Fuentes, el que más se acerca a hablar de tú a tú desde la voz del personaje al lector y en el lector", dijo el editor de literatura del FCE, Omegar Martínez. El también compilador y autor del prólogo de Cuentos completos (FCE, 2013) explicó que los cuentos reunidos fueron publicados en colecciones, antologías o por sí solos. Son escritos entre 1949 y 2010, ordenados de manera cronológica a lo largo de las 944 páginas de la recopilación y debidamente documentados.

Desde el primero, Pastel rancio, publicado en el semanario Mañana cuando Fuentes tenía 21 años, hasta Salamandra, El arquitecto del castillo de If, y El dueño de la casa, publicados en el libro Carolina Grau (2010), todos son considerados cuentos ya sea por su extensión o porque así los distinguió el propio autor.

Los temas, se repiten con frecuencia: "la preocupación por el origen de lo mexicano; la relación entre América y Europa; el problema de las distinciones de clase, que le preocupaba mucho; el problema de la ciudad; y sobre todo lo gótico, lo extraño que está siempre detrás de todos los personajes".

Hay algunos poco conocidos como Pantera en jazz (1954) y otros que vieron la luz reunidos en volúmenes como Los días enmascarados (1954), Cantar de ciegos (1964) y Agua quemada (1981).
Novelas como La región más transparente, Gringo viejo, Cristóbal Nonato, Terra Nostra o La muerte de Artemio Cruz son ya  clásicos y referencias obligadas en el disfrute y conocimiento de la literatura mexicana, latinoamericana y universal , pero los cuentos aportan elementos nuevos.

En ellos se revela el autor "en su fase más experimental, sin miedo a los géneros y subgéneros, como al más clásico, abordando y deconstruyendo temas y tópicos literarios con soltura y desde su inconfundible y dadivoso estilo", apuntó el editor.

También detalló que es ahí donde Fuentes "presenta y se auxilia de los más inusitados puntos de vista, juegos temporales y vueltas laberínticas, donde las historias son simultáneamente de instantes y de eternidades", y en ellos coexisten "personajes sencillos en situaciones profundas" y "grandes actores en situaciones modestas".
La esencia literaria de Carlos Fuentes habita precisamente en sus cuentos, que son además un género literario de los más sobresalientes de los grandes autores del "boom latinoamericano", al que perteneció el autor mexicano.

jueves, 18 de abril de 2013

LA REESCRITURA EN LAS SECUENCIAS DIDÁCTICAS PARA LA EXPRESIÓN ESCRITA



 “Writing is rewriting”, “escribir es reescribir”, expresan con frecuencia los anglosajones cuando se refieren a la escritura y su enseñanza. Esta idea parece justa porque expresa un aspecto esencial de lo que es escribir y porque va en contra de ciertas representaciones espontáneas sobre esta actividad, porque revela uno de los aspectos más difíciles del aprendizaje de la escritura: volver sobre la primera versión del propio texto, revisarla varias veces para trabajarla, mejorarla y afinar la versión definitiva.
Los escritores inexpertos (tanto los jóvenes como los adultos) revisan poco su texto y prestan atención a los problemas externos y superficiales del borrador, como la ortografía. Muchos se imaginan que, para un experto, escribir es crear un texto bien elaborado a la primera, expresando el sentido buscado inmediatamente y con precisión. Consideran que escribir es un don personal o una competencia a la que cada uno apunta de manera natural. Perciben el trabajo  y revisión sobre el texto ya producido como una manifestación de un trabajo imperfecto o una falta de dominio del arte de escribir.
El análisis de las prácticas reales de escritura, incluidas las de los expertos, prueba en la mayoría de los casos que se trata de un proceso lento, laborioso, lleno de idas y venidas, a lo largo del cual, el texto escrito es objeto de reescrituras constantes. Cada palabra, cada frase, cada párrafo es re-interrogado, sopesado e incluso reorganizado. Según el propósito perseguido, el hilo conductor del texto puede ser revisado y la organización modificada. En función de una imagen más precisa del público destinatario, los recursos lingüísticos y las estrategias aplicadas pueden modificarse.
El texto ya escrito, el borrador, el primer intento, es un punto de partida que permite ir más allá en la elaboración del pensamiento y en la precisión de la comunicación.
Esta visión de la elaboración de textos como escritura y reescritura constituye uno de los principios fundamentales de la enseñanza de la expresión escrita a través de secuencias didácticas basadas en los géneros textuales.
Una de sus metas principales consiste en preparar a los alumnos para hacer de su propio texto un objeto de trabajo, a juzgarlo, analizarlo, transformarlo y mejorarlo, como si se tratara del texto de otro alumno. Se puede decir que los proyectos de escritura se ponen en marcha para hacer del primer texto realizado por los alumnos, una primera producción todavía imperfecta, el trampolín para mejorar la escritura del texto definitivo; en otras palabras, el reto de las secuencias didácticas es conseguir hacer de ese primer texto inicial un medio y soporte para precisar el pensamiento, para afinar la imaginación y para desarrollar la claridad de la expresión. Se trata de ejercer formas intermedias de escritura adaptadas a las dificultades del alumno, que permitan la toma de distancia y la auto reflexión sobre el comportamiento lingüístico.
Todo esto en el marco de una concepción del aprendizaje de la escritura que busca situaciones, tareas, actividades y procedimientos que contribuyen a la transformación de las capacidades iniciales de los alumnos.
Desde este punto de vista, las secuencias didácticas buscan desarrollar en los alumnos una relación consciente y voluntaria con su texto y permitirles elaborar una representación de la actividad de la escritura como el producto de un trabajo, de una elaboración progresiva. Los textos a los que se enfrentan los aprendices son de diversos géneros (un cuento, un álbum para completar, una carta al correo del lector, una nota de síntesis). Para que los dominen bien, los alumnos realizan en interacción con los profesores y sus compañeros de clase, diversas y numerosas actividades.
Para encaminar progresivamente a los alumnos, casi paso a paso, hacia una concepción de la escritura que integra necesariamente una parte importante de la reescritura se puede desarrollar así: el dispositivo “producción inicial – producción final”; la discusión por parejas o en grupo, de textos iniciales (o de otros textos); las situaciones de mejora de textos escritos por otros alumnos; la lista de criterios para producir un texto.´
Esta secuencia didáctica típica tiene la siguiente estructura de base: Producción inicial hasta el logro de la producción final a través de una secuencia de módulos y una de las ideas clave de esta estructura consiste en el hecho de que ésta contiene en sí misma los procesos de reescritura. La producción inicial, que algunos llaman “borrador” o también “primera versión”, pone a los alumnos en situación de redactar un texto que saben que hay que retomar, mejorar, transformar, o incluso reescribir completamente de otra forma.
La secuencia didáctica a través de módulos referidos a distintos problemas de escritura, es válida, así como es una atribución de herramientas para aplicar, ya se trate del conocimiento correspondiente a la construcción del texto, de medios lingüísticos más adaptados a la situación o de contenidos más elaborados. Todas estas herramientas permiten a los alumnos volver sobre el texto, no por aplicación simple y mecánica o respetando sin debate las propuestas de corrección indicadas por el profesor, sino con técnicas y medios precisos, observados, discutidos, ejercidos en los módulos, con el fin de mejorar su primer texto de manera consciente; así la redacción de la producción final les permite aplicar sus aprendizajes.
Trabajar sobre un texto ya existente contribuye a hacer descubrir y aprender que un texto puede ser un punto de partida que se puede mejorar. Los alumnos aprenden a considerar su propio texto como un objeto transformable y a contemplar la tarea de reescritura como una parte integrante de la escritura.