Estaba furiosa. El gris bancario de la agencia me asfixiaba. Escapé
a la calle que en contraste reverdecía. ¡Era una campiña llena de ninfas,
sátiros, árboles, manantiales, azafranes y jacintos!
El dios Pan me ofreció
un vino alegre. Bebí. Así, me convertí en hija de Siringa. Desde entonces, vivo
y danzo sin turbaciones en mi alma o males de amor. Sólo luminosidad en mi
existencia.
Ilustración: " Ninfas y sátiro" de William-Adolphe Bouguereau, 1.873