Entre los años 1.836 Y 1.839, Daguerre realizó numerosos
ensayos previos a los primeros procedimientos fotográficos, conocidos como
“daguerrotipos”, difundidos oficialmente en 1839 ante la Academia de las
Ciencias Francesa, en París. En mayo de 1838, obtuvo la conocida vista titulada Boulevard du Temple, con una exposición de
cerca de 10 minutos. Esta imagen está considerada la primera fotografía en la
que aparece la silueta de una persona: un cliente de un limpiabotas, en el
ángulo inferior izquierdo, ampliando la vista.
La aparición de la
fotografía constituyó un importante cambio de Paradigma: la imagen invadió el
quehacer humano, como herramienta y fin en sí misma. La sociedad de lo visible
se instauró, gracias a la invención de la cámara fotográfica.
Al aproximarnos a los aspectos connotativos que condicionan el análisis de contenido de
la imagen de nuestro tiempo, podríamos establecer que la imagen ayuda a comprender el funcionamiento de la
cultura y de los lenguajes que la constituyen como tal.
A principios del siglo XXI aparece un nuevo tipo de tecnología en los
medios audiovisuales que supone un cambio de rumbo en la forma de utilizarlos.
La aparición de la primera cámara digital en 1990 constituye la base de la creación
inmediata de imágenes. A pesar de que en sus orígenes el precio de estas
cámaras era elevado y las hacía inaccesibles para muchos, con el tiempo no sólo
se han abaratado sino que han aumentado su calidad técnica. La digitalización
ha liberado a la fotografía del carácter documental de su naturaleza ya que la
manipulación de imágenes a través de la infografía ha permitido recuperar el imaginario
pictórico y narrativo que se había perdido de la cultura visual como
consecuencia de la aparición de la cámara.
La fotografía digital entronca con la ideología del collage entendido como fotomontaje de vanguardia
dadaísta o constructivista, que mostraba el recorte y el carácter fragmentario
de su construcción sin pretender engañar a nadie. No obstante, la fotografía
digital consigue eliminar las marcas del proceso de construcción del
"collage" y dotar al fotomontaje de carácter unitario.
Desde su
invención, la fotografía gozaba de total confianza, como testimonio
incuestionable de lo real debido al
funcionamiento del dispositivo de captura. Posteriormente, la manera de registrar
la realidad se ha considerado un posicionamiento ideológico, que nada tiene que
ver con el carácter neutral y objetivo de su funcionamiento.
Si consideramos que las fotografías
no son como se supone a menudo, un registro mecánico, podemos establecer que toda
imagen encarna un modo de ver, una percepción o apreciación.
Es
necesario referirnos al valor de las fotografías, ya que se trata de verdaderas
huellas físicas que han estado allí en un espacio-tiempo determinado, y que
tienen relaciones particulares con los que miran las fotos. El tiempo
fotográfico se divide en tres: un antes, un instante y un después. Se puede
comprender que la connotación es la imposición de un segundo sentido al mensaje
fotográfico, que se elabora a lo largo de los diferentes niveles de producción
de la fotografía, como la elección, el tratamiento técnico, el encuadre o la compaginación,
en definitiva, procedimientos de connotación o comprensión de la imagen.
Estos tiempos nos conducen a través del proceso fotográfico (desde
la toma a su resultado) a la confluencia de la partida doble de la fotografía:
su naturaleza y su representación, enlazada a las estructuras
de los códigos de connotación, coincidiendo con las formas que emplea la
sociedad para hacer un lenguaje de un objeto inerte y transformar la incultura
de un arte “mecánico en la más social de
las instituciones.
Así, desde ciento setenta y seis años atrás, la
fotografía se inscribió en los más diversos campos para colaborar y auxiliar
como medio de registro y documento, evidenciando, progresivamente, su adopción
por las diversas materias.
Vemos
entonces que la
fotografía, al no caer en abstracción, certifica y autentifica la existencia de
un objeto y su pose, y en ese sentido su referencia es fundamental e inevitable
para comprender la imagen. Bajo este prisma, la importancia de la fotografía no
reside tanto en la semejanza o en el parecido, como en la referencia del
espacio-tiempo testimonial de los objetos, ya que de ellos surge el sentido
connotado, son inductores de asociaciones de ideas, o auténticos símbolos y elementos
de significación.
La referencia obligada para comprender
este aspecto es Barthes
(1986: 12) quien considera que «…todo
sistema semiológico se mezcla con el lenguaje. La sustancia visual, por
ejemplo, confirma sus significaciones reforzándose mediante un mensaje
lingüístico (es el caso del cine, de la publicidad, de las historias, de la
fotografía periodística, etc.), de modo que una parte del mensaje icónico se
encuentra en una relación estructural de redundancia o de relevo respecto del
sistema de la lengua...; somos, más que antes y pese a la invasión de las
imágenes, una civilización de la escritura». Así, destaca
que es necesario el aprendizaje de la lengua como
código digital y que la imagen soporta la mayor carga informativa, fundamentada
en un mensaje literal y otro simbólico. También nos señala que está sometida a
un tercer sentido: a una lectura interrogativa, de la significancia, dentro del
campo del significado y de conectar con una semiótica del texto.
Es innegable que la fotografía ha
adquirido, a lo largo del tiempo, una condición indispensable para el quehacer
humano. Su utilización, ya sea a través de diapositivas como desde las
reproducciones de obras artísticas, manifiesta una eficaz ayuda para comprender
la cultura y el arte.
Al cambiar el modo de
ver de los hombres y lo visible llegó a significar algo muy distinto para ellos, la imagen permitió comprender el
funcionamiento de la cultura y de los lenguajes que la constituyen como tal,
en la transformación de su conocimiento que aporta rasgos para su
comprensión, desde un lugar que no es sino el de la interpretación.
Por
tanto, son clave las consideraciones reflexivas sobre la fotografía a través de
su lectura, enlazando diversos factores que demuestran sus posibilidades
infinitas y desafiantes, aunados a la perpetuidad de interpretación que ofrece
la palabra.
En definitiva,
lsociedad actual está protagonizada por la
imagen. Es esa imagen la que nos permite comprender la cultura.
Referencias:
Aparici, R. y García Matilla, A. (1987): Lectura de imágenes.
Madrid, Ediciones de la Torre.
Barthes, R. (1986): Lo obvio y lo obtuso. Imágenes, gestos,
voces. Barcelona, Paidós
Martín Barbero, J. (1999): «La educación en el ecosistema comunicativo», en Comunicar, 13; 13-21.
Masterman, L. (1993): La enseñanza de los medios de comunicación.
Madrid, La Torre.
Foto: "The Boulevard du Temple" Louis Daguerre,(1838).