jueves, 8 de agosto de 2013

Hija de Siringa



Estaba furiosa. El gris bancario de la agencia me asfixiaba. Escapé a la calle que en contraste reverdecía. ¡Era una campiña llena de ninfas, sátiros, árboles, manantiales, azafranes y jacintos!

El dios Pan me ofreció un vino alegre. Bebí. Así, me convertí en hija de Siringa. Desde entonces, vivo y danzo sin turbaciones en mi alma o males de amor. Sólo luminosidad en mi existencia.

Ilustración: " Ninfas y sátiro" de William-Adolphe Bouguereau, 1.873

5 comentarios:

León Salazar dijo...

Prima, esa campiña es mía, jajajajaj

Francis dijo...

Yo soy una de esas ninfas ¡Otra copa de vino más!

Santiago Álvarez Cabral dijo...

Esa es la verdadera felicidad.

ESPECIALIZACIÓN EN GESTIÓN SOCIOCULTURAL dijo...

¡Cuántas delicias! Para superar la gris realidad. ¡Salud!

Especialización Gestión Sociocultural USB dijo...

Ya que soy tu hermana y tú dices ser hija de Siringa, entonces yo también soy hija de Siringa. Jajajaja ¡A beber!