domingo, 21 de septiembre de 2014

GASTÓN BAQUERO: LA POÉTICA DEL MESTIZAJE, DE ENRIQUE VILORIA. POR JOAQUÍN MARTA SOSA

Crear en Salamanca se complace en publicar este escrito de Joaquín Marta Sosa, poeta y académico venezolano, que aparecerá como prólogo del libro “Gastón Baquero: poética del Mestizaje” (centro de Estudios Ibéricos y Americanos), cuyo autor es el reconocido ensayista Enrique Viloria Vera, profesor de la Universidad Metropolitana de Caracas. Dicho libro se presentará dentro del XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, a celebrarse en Salamanca entre el 15 y 17 de octubre.

                                              Alencart y Baquero en Salamanca, 1994

Los Ojos No Son Para Cerrarlos
Los Ojos No Son Para Cerrarlos. Estamos en el año centenario del nacimiento de Gastón Baquero (Cuba 1914-España 1997), al principio un autor secretísimo, que cultivaba su propio ocultamiento y marginación, pero que, a pesar de esto, paulatinamente comenzó a ser considerado como uno de los poetas cumbre de nuestra lengua y de cualquier otra, además de articulista fértil y ensayista de primera.
De allí la importancia y el interés de este ensayo de Enrique Viloria Vera, convertido en libro bajo el titulo, apropiadísimo de Gastón Baquero: la poética del mestizaje, en cuyo contenido, de manera meticulosa, paciente, se va siguiendo el rastro esencial del poeta, las raíces y el sentido de su voz y el originalísimo y plural mestizaje que ella portó de manera constante. Aquí se recorre, primordial- mente desde la inmersión en su poesía, los temas de la infancia, la naturaleza, la música y la danza, la ancestralidad africana, el rango mestizo del nuevo americano, la presencia infinita del amor y la españolidad donde se recobró como poeta, temas que este libro interpreta más como espacios de significación que como crónica biográfica.
No es en vano ningún libro sobre Gastón Baquero, cubano tempranamente exiliado por el castrismo, copatrocinador de las mejores revistas literarias de su país, entre ella la mítica Orígenes, amigo y socio literario del gran Lezama Lima, redescubierto y reivindicado luego de su muerte por las nuevas generaciones de poetas cubanos, y cada vez más legítimamente reconocido como una voz que no puede permanecer en los márgenes, que debe ocupar y ocupa un lugar central en la historia de la poesía contemporánea.

Poeta y humanista, conservador y distante en política y ferozmente defensor de la libertad, resistente al totalitarismo gubernamental; liberal, en el más abierto significado que este término puede tener, para aproximarse y ejercer la convivencia social entre los diversos, la tarea cultural abierta y pluralista, al punto de que este hombre, anticomunista incondicional, no vacilaba en subrayar las cualidades de poetas como Pablo Neruda, mientras que él, por el contrario, era sometido al silencio, borrado, apartado como si se tratase de un infectado espiritual y moral. Siempre ocurre así con las “revoluciones” y los “izquierdismos”, qué lamentable, y de allí una parte crucial del camino trágico de la vida de este enorme creador.
En ocasiones, estos seres que intentan esconderse en el vientre de una existencia que pretenden anodina, que ellos mismos enuncian como si fuese así, y cultivan una suerte de humildad cuya raíz es la fuerte timidez ante un mundo que en cualquiera de sus giros no duda en desterrarlos de la que hasta ese momento fue una vida intensa, acomodada, intelectualmente rica y brillante. Esto condujo a que la experiencia de Baquero fuese la de quienes no pueden más que sufrir y entender en carne propia la fugacidad de las vanidades, la precariedad del vivir holgado, la grisura del destierro y la larga noche de los tachados de la historia, de los estigmatizados por no condescender con los poderes autocráticos.
De allí la importancia, y más en estos tiempos, del análisis pormenorizado que logra consumarse en este libro de Enrique Viloria Vera, donde se yergue en toda la vasta dimensión el valor de la poética de Baquero, y, lo más importante, de la vida que subyace en ella, así como del humanista sin reticencias, su primordial alimento, cuyos valores permanecieron inquebrantables frente al poder que se pretende omnímodo, señor de vidas, mentes y corazones. Gastón Baquero jamás renunció ni a su vida libre, ni a su mente soberana ni a su corazón humano, ya fuese en sus años de confort o en su larga época de penurias.

Raro caso, este de Gastón Baquero, el de un poeta egregio afirmado en una conducta existencial irreprochable. El hombre que fue Gastón y el poeta que fue Baquero jamás rehuyeron, y en ello estriba su unidad absoluta, mantenerse “con los ojos como para no cerrarlos nunca” cuando la tentación es la de cerrarlos siempre.