sábado, 4 de febrero de 2017

Adivina cuál perfume llevo



Carolina perdió su bufanda en el mercado de Huelva. Se lamentó por ello por largo tiempo y más porque el invierno arreció aún en la tierra amable de Andalucía.
Le dijo a su esposo en vista de que su querida bufanda no aparecía por ningún lado:
—Deseo una bufanda igual a la que extravié, negra, sin más adorno que unos flequillos y que no arme bolitas.
Su esposo la escuchó con atención, y creo que también alguien más.
A los días y ya de regreso a Málaga, fue a un centro comercial. Quería hacer unas compras para la celebración del día de Reyes que preparaban en su piso, junto a los hijos y los consuegros; allí fue a la estantería del sector  papelería para buscar algunos  obsequios y tarjetas que aún le faltaban por comprar. Alzó la vista y encontró una bufanda negra y lisa sobre el aparador, doblada con cuidado. Era exacta a la que había deseado con intensidad. Observó la pieza y la tomó entere sus manos y la olió, la encontró impregnada del perfume que tanto le gustaba. Comprendió que pertenecía a una mujer. Continuó con la búsqueda que la había llevado hasta allí y una vez en la caja para pagar por su compra, se dirigió a la cajera y le notificó de su encuentro. Esta le respondió:
—A esta hora no se encuentra el gerente y yo no puedo recibir ningún objeto perdido. Ya estoy de salida, comprenda señora. Venga mañana en horario de oficina y haga la entrega por favor.
Se retiró del local y fue a encontrarse con su esposo que la esperaba en la cafetería. Le comentó lo sucedido y él se sorprendió de la casualidad. Luego de terminar de tomar el café se marcharon a su casa.
Al día siguiente ella ideó una estrategia para localizar a la dueña de la bufanda.
Procedió a acariciarse con el perfume e impregnó a la bufanda negra. Se arregló con esmero y al rato fue a la calle Larios, donde comenzó a preguntar a la gente en la calle si reconocían el aroma que la envolvía a ella y a la chalina. Algunos colaboraron de buena gana y con ánimo, pero no acertaron; otros se enojaron y consideraron que era una impertinencia, armaron un escándalo y hasta notificaron a unos policías, quienes le llamaron la atención:
—Señora, no puede estar molestando a los transeúntes con sus preguntas.
—Oh, pero no estoy haciendo nada malo o fuera de las normas de convivencia.
En medio de la perturbación salió al paso una joven quien se acercó e intervino:
— ¿Cuál es tu pregunta?
—Tienes que adivinar cuál es el perfume que me rocía a mí y a esta bufanda.
—“Aire” de Loewe—. Respondió.
—Así es —. Añadió Carolina y la tarde se impregnó de notas cítricas verdes que acompañaron a las mandarinas de Messina, sonrieron a los limones de Calabria, abrazaron al Jazmín de Grasse y al ámbar de Styrax, hasta aparecer de último el Sándalo de Mysore que invitó a descubrir el almizcle del Tíbet. 

Ilustración: Olga Fuchs




5 comentarios:

meteteya dijo...

Poesia perfumada.

León Salazar dijo...

Creativa amiga, este cuento sirve para una serie de spots publictarios. Loewe deberia contratarte. Saludos

Especialización Gestión Sociocultural USB dijo...

Muy divertido y a la vez lirico. Me encanto.

Nancy dijo...

Ese es el perfume que llevas muchas veces. Jajajaja

ESPECIALIZACIÓN EN GESTIÓN SOCIOCULTURAL dijo...

Me fascinan las mandarinas de Mesina