María
Teresa Castillo ha marchado. La insigne gestora de la cultura fue entrevistada
por la periodista Milagros Socorro hace tres años, con motivo del arribo a los
cien años de la gran caraqueña. En esa entrevista, que reproduzco a continuación
se logra captar la agudeza de una mujer a quien los años no le habían robado la
astucia.
UNA ENTREVISTA CON MARÍA TERESA
Por Milagros Socorro
Su mirada ya no se posa en la de sus
interlocutores con aquella gentileza que solía ser su marca; y esto se debe a
que sus ojos han claudicado tras larga lucha con el glaucoma que filtra
tenazmente la luz que ingresa a ellos. Pero aún así, su rostro se orienta hacia
el visitante y no hay en él rastro de angustia ni esa fatiga que casi siempre
imprime el gesto de la longevidad. A un año de completar un siglo de
existencia, María Teresa Castillo conserva el talante de quien no ha apuntado
un solo rencor en la libreta de su corazón y de quien no está dispuesta a
enturbiar esa vida, que a estas alturas se valora por horas, dando un resquicio
al pesimismo.
Muy compuesta en su silla de ruedas,
arreglada con la sencillez y minuciosidad de siempre, adornada con uno de esos
vistosos collares de los que debe tener notable colección, María Teresa
Castillo vuelve a recibir a una periodista y, aunque esta vez el diálogo no va
a fluir con la agilidad de antes, no hay duda de su presencia está incólume, no
han variado ni su énfasis para calibrar la atmósfera de la república ni el arco
expectante de esos ojos que se han pasado casi un siglo auscultando lo mejor de
Venezuela, lo más noble, lo más hermoso y aquello donde se expresa su fuerza
creadora. Rodeada, como siempre, de espléndidas obras de arte, esta mujer sigue
produciendo la impresión de haber sido una muchacha intrépida, amiguera, activa
y voluntariosa que por andar curioseando cayó en la centrífuga de la historia
contemporánea de Venezuela.
María Teresa Castillo cuenta entre sus
evocaciones la de haber visto pasar el cortejo fúnebre de José Gregorio en
junio de 1919. En ese momento ella estaba a punto de cumplir once años. Había
nacido en una hacienda llamada Bagre, en Cúa, estado Miranda, el 15 de octubre
de 1908, “el año en que Gómez le dio el golpe a Cipriano Castro”; y poco
después la familia se mudó a Caracas, adonde había decidido mudarse la madre
tras la muerte de su esposo, el médico merideño Rafael Castillo, y quedar viuda
con dos hijas, María Teresa y Alicia.
En el año 28, María Teresa, que ya
había concluido la primaria en el Colegio Chávez, había tomado clases de piano
y algunas lecciones de cocina en la Escuela de Artes y Oficios, participa en la
rebelión estudiantil e inscribe su nombre en ese entrañable grupo. “El
alzamiento de los estudiantes en el año 28”, afirmó en una entrevista, “es el
movimiento más bello y romántico de la historia contemporánea de Venezuela.
Esos más de doscientos muchachos que se entregaron a la policía en solidaridad
con los compañeros presos estaban animados por ideales muy nobles y por un
deseo profundo de que este país creciera y entrara en una democracia plena”.
En 1936 se inicia en el periodismo.
Para ese momento había acumulado muchas experiencias: Inocente Palacios, su
novio de varios años, se había enamorado de una compañera de luchas, Josefina
Juliac y se había casado con ella, por lo que María Teresa, comprendiendo la
situación y de alguna manera justificándola (cosa que me contó ella misma hace unos
años) optó por irse, en 1934, a Nueva York, donde trabajó como obrera textil
por espacio de un año, hasta que resuelve regresar a Caracas tras la muerte de
Gómez. Cabe presumir que en la fábrica donde cosía piezas por kilómetros estaba
permanentemente encendida la radio porque el caso es que al poco tiempo de su
vuelta a la patria se convierte en “perifoneadora” de Anuncios Fémina, un
programa radial que mantuvo en el aire durante casi seis años por Radio Caracas
(inicialmente llamada Broadcasting Caracas). En 1939 se desempeña como
reportera del semanario Aquí está; y en 1942 se
incorpora al legendario equipo de Últimas
Noticias, donde inaugura la fuente cultural.
Entre 1949 y 1958, cuando va a presidir
el Ateneo de Caracas, hizo un paréntesis para dedicarse a la familia que había
fundado con Otero Silva. Nunca más trabajaría como reportera. El 18 de enero de
1958 se inició su presidencia del Ateneo de Caracas, al que llegó con el
propósito de dotarlo de una sede propia y de promocionar el teatro fundado por
Anna Julia Rojas y Horacio Peterson. Muy pronto lograría esos objetivos y se
plantearía muchos más, que convirtieron a la institución en un centro de
irradiación cultural para todo el país y a su persona en referencia de adhesión
a los más altos valores de la nacionalidad. Entre sus muchas contribuciones
destaca la creación del Festival Internacional de Teatro Caracas, cuya primera
edición tuvo lugar en 1973. En 1983 fue nombrada presidenta Vitalicia del
Ateneo de Caracas.
Es posible que no recuerde el orden de
las visitas de las que fue objeto en la última semana pero se apresta a
contestar preguntas con respecto al pasado y, sobre todo, a la política. Del
general Gómez dice que nunca le gustó y agrega que siempre fue su opositora.
-¿López Contreras?
-No era gran cosa.
-¿Medina?
-Ese fue mejor.
-¿Gallegos?
-¿Rómulo? Tenía mucho talento, ¿tú sabes? Su gobierno fue muy
corto y no es que hizo muchas cosas pero era un hombre talentoso y bueno.
-¿Pérez Jiménez?
-Nunca me gustó.
Con respecto a Betancourt confiesa reservas que ella misma dice
no poder explicar del todo. “No me interesaba, no sé por qué”. Parece que
prefiere a Caldera y, definitivamente, tiene expresiones de especial simpatía
por Luis Herrera Campins, de quien dice que solía verlo en el teatro.
“Compartía muchas de mis inclinaciones”. A Carlos Andrés Pérez lo despacha
diciendo que “era otra cosa”. Y a Lusinchi no logra extraerlo del pozo de sus
olvidos. Tampoco hace ningún esfuerzo. Su hija Mariana comenta por lo bajo que
el ex presidente Lusinchi nunca fue santo de su devoción.
-¿Fidel Castro?
-No lo he visto últimamente… Yo no puedo ser enemiga de Fidel.
-¿El presidente Chávez?
-También tengo tiempo que no lo veo. Era muy vivo, muy
inteligente, solíamos conversar… pero de pronto nos quitó la cordialidad. La
verdad es que siempre me pareció muy fastidioso, porque habla mucho. Pero es
simpático. Estoy dispuesta a recibirlo en cualquier momento.
Al preguntarle quién ha sido el mayor pavoso con el que ha
topado dice que “había unos cuantos. Aquí siempre ha habido mucho pavoso… claro
que también mucha gente valiosa e inteligente”.
-¿Y el más bruto?
-No me acuerdo. Yo sé que alguna vez conocí y traté uno que era
una bestia pero no me acuerdo de quién era. Pero el que era un genio era Miguel
Otero Silva. Nunca lo olvidaré.
6 comentarios:
Paz a sus restos.
Eran contemporáneos con papá y mamá. Excelentes venezolanos.
Gran lloro, una gran mujer que Dios nos la prestó, pero Él ya la necesitaba seguro para montar un ateneo en el cielo. Segurito.
Gran dolor, una despedida dolorosa y la entrevista de Socorro muy precisa.
Mis recuerdos de ellos se mezclan con los de Leoni y Menca, quizás de ideas políticas diferentes, pero dueños de grandeza humana sin duda.
Gran ejemplo de gestora sociocultural. Mi admiración hacia ella, descanse en paz.
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