miércoles, 24 de enero de 2018

Presentación de "Aniela Buda" de Olga Fuchs

         




         
            El día 22 de noviembre de 2017 se realizó la presentación de la novela Aniela Buda escrita por Olga Fuchs, en la librería Kalathos en Caracas, Venezuela, bajo el auspicio y patrocinio de la embajada polaca en ese país.
            Las palabras de presentación estuvieron a cargo de la Lic. Lissette Bisogno:
Al relatarnos la vida de Aniela Buda, Olga Fuchs lo hace a la vez con pasión y sobriedad, con fidelidad a la ambientación histórica y geográfica, y con una lupa que nos asoma al alma de los personajes de esta novela, dándoles voz propia. Se trata de una suerte de calidoscopio que nos lleva de lo cotidiano a lo extraordinario, de lo local a lo universal, de lo general a lo personal, y de lo superficial a lo íntimo.
Tras haber disfrutado de una infancia y juventud de comodidades en un ambiente familiar, refinado y próspero, Aniela y toda su familia, su esposo, padres, hijos y hermanos, se vieron atrapados en el terror de la invasión nazi de Polonia y la segunda guerra mundial, tras la cual, cuando creían estarse recuperando, los comunistas a asesinaron a su esposo, y la despojaron de todos sus bienes, así como de la última esperanza que tenía para permanecer y vivir en paz en su país natal. En medio de ese desconsuelo, Aniela sacó fuerzas del amor por sus hijos para huir de la pesadilla soviética hacia la libertad, llegando a Venezuela, donde vivió hasta su muerte en 1977.
Aniela nunca quiso hablar con sus hijos de esa experiencia del pasado; por el contrario, apenas cuando presintió que se acercaba al final de su vida, decidió entregarles sus recuerdos: documentos, fotografías, cartas, que guardaba en un cofre cuya existencia ellos desconocían. Egon, el menor de sus tres hijos, se volcó durante varios años a la tarea de estudiar ese legado para complementar la historia que con tanto celo su madre había mantenido en discreción. Logró contactar familiares en América y en Europa, para luego visitar Kamien, el lugar que su madre llamó hogar hasta que decidió partir para siempre. Egon recogió todos estos sucesos en una monografía que entregó a Olga para que ella usara esa información factual y le diera orden de redacción y estilo, pero luego el proceso fue avanzando y nutriéndose con la propia investigación e imaginación de ella para transformarla en una biografía novelada. Ni él ni sus otros familiares pudieron quedar más satisfechos. Así Olga nos pone en contacto con Aniela, y nos lleva de la mano por  momentos cruciales de la vida de ella y de la Polonia de esa época.
Aniela quiso mantener las heridas del pasado en el pasado, quizás porque el futuro de su familia ocupaba su atención y entrega, por encima de cualquier otra consideración. Pero en realidad nunca nos desprendemos de los eventos que han marcado nuestra existencia. Seguramente por eso Aniela no se deshizo de sus recuerdos.
Leo (del preámbulo):
“Frente al entretejido de recuerdos alegres y tristes, hice todo lo posible por escapar de los horrores, aunque el enemigo me alcanzara, repetidas veces. Ahora sé que en ese entretejido estamos amarrados a nuestros enemigos y que ellos tampoco pueden escapar de nosotros… A menos que en nuestro camino nos acompañe la poesía”.
Y eso es exactamente lo que hace Olga Fuchs en su narrativa, pues no sólo desarrolla sus propios valores estéticos, sino que además se acompaña de la obra de la poetisa polaca, Nobel de Literatura, Wisława Szymborska, embajadora por excelencia del sentir polaco. Por ejemplo, inspirada en su poema, “La mujer de Lot” que incluye, Aniela nos dice (de la pág. 62):
“Yo seguí corriendo, arrastrándome y trepando hasta que la oscuridad cayó del cielo. ¿Qué es una estatua de sal? Es un alma incapaz de renunciar, que se detiene en el tiempo. Es un alma edificada con miedos.”
Olga nos muestra cómo Aniela tuvo que enfrentar sus miedos y avanzar, con ellos y a pesar de ellos, hacia donde su intuición la iba guiando.
En el proceso, nos deja imágenes escalofriantes de la guerra y las reflexiones que podemos derivar de esa tragedia
Leo (de la pág. 250):
“-Padre ¿va a enterrar a Igor al lado de su asesino?
“- ¿Qué más da? Ambos son víctimas del odio, uno en mayor medida que el otro, es cierto, pero el resultado del odio es éste, reducción a cadáveres. Sólo eso. Lo que debemos aprender es lo inútil de no sanar el odio o el resentimiento… Y continuó con la sepultura.”
En otros pasajes, sentimos la nostalgia de Aniela por su pasado… Leo (de la pág. 120):
“Me moví hacia el butacón al fondo de la habitación, me acurruqué y mi mente voló hasta el abrazo tierno de mi padre, hasta los manjares hechos por mi abuelo, hasta los almohadones de mi dormitorio de soltera donde acuné mis ilusiones y escribí algunos versos. Eran imperfectos. Algunos hablaban de renuncias. Hoy creo que se han convertido en una realidad terrible. Cuán difícil es renunciar a todo lo alcanzado. Renunciar a la ciudad que has construido, porque la vida de cada quien es una ciudad, con calles y casas, con un tramado de sueños, de claridades, techos rotos y rehabilitados, de lluvias y sequías, de alegrías y enojos, ¡Cuán difícil es lograr el desapego!

Olga le da voz a los hijos, tornados en personajes también y les da voz en que en  primera persona y nos involucran en sus sentires y padecimientos.

En definitiva, esta novela es un homenaje a todos aquellos que han sufrido la devastación de una guerra, o una tragedia personal, se han levantado, sanado sus heridas, y continuado.

No hay comentarios: